La proliferación de teléfonos celulares ha hecho que uno no llame más a un lugar sino a una persona. La comunicación, de esta forma, si bien se hipertecnologiza y recibe nuevas cucharadas de deshumanizante, en cierta forma se desmediatiza: pensemos en las implicancias de llamar al pizzero y no a la pizzería, al policía y no a la comisaría, y así.
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