miércoles, 19 de septiembre de 2007

Las aventuras de Julio César III


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La angustia ante la página en blanco

Suele hablarse con cierta ligereza acerca de la angustia que tiene el escritor ante la página en blanco. Claro está que con "escritor" bien podemos estar refiriéndonos a un hombre de letras dedicado a la creación artística, o bien a un periodista que debe cumplir con estrictos plazos para entregar una nota, o bien a un estudiante que debe construir una monografía lo suficientemente sólida como para que no se derrumbe en un aplazo, por ejemplo. Cualquiera sea el caso, el pavor que produce el no poder comenzar a hilvanar las palabras parece ser algo muy poco deseable. Pamplinas.
La verdadera angustia -de la que nos deberíamos ocupar en nuestras charlas de oficina- no es la del escritor ante la página en blanco sino la del lector ante los cientos de miles de páginas escritas. Nunca leeremos ni una mínima parte de lo que nos gustaría leer, lo cual no sería de por sí tan malo si no le agregáramos el hecho de que jamás tampoco leeremos ni una minimísima parte de aquello que tenemos la obligación de leer.
Notará, estimado lector, que acabamos de señalar una oposición entre el gusto (o el deseo, si usted quiere) y la obligación. Pertítaseme decir algo al respecto.
Imposible. No sé por dónde empezar. Me agobia la angustia del escritor ante la página en blanco.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Las aventuras de Julio César II


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Teoría sobre el origen de los naipes

Al célebre pensador Magnus Norman jamás lo abandonaban las ideas. Sus extensas jornadas de estudio en la biblioteca de la Universidad de Humanidades no diferían mucho de sus pausas recreativas: en ambos momentos Magnus no hacía nada.
Cierto verano, mientras jugaba a los naipes con unos compañeros de trabajo, se detuvo estupefacto: una idea lo había atacado. Fruto de esta súbita inspiración es su ya célebre “Teoría sobre el origen de los naipes”, a cuyo texto pertenece el fragmento que citamos a continuación.

Los naipes poseen un espíritu de cuerpo verdaderamente envidiable: si una carta se pierde, sus compañeras de mazo se solidarizan y se abstienen de hacer posible la continuación de cualquier tipo de juego. El despido de una sola carta vuelve al resto de la baraja completamente inútil; el trauma de la ausencia diluye las diferencias entre palos, números y figuras.
Hay, sin embargo, ciertas excepciones. Los juegos que se disputan con solamente una parte de todo el mazo permiten que las cartas no utilizadas reemplacen a las eventualmente perdidas. De esta manera, en el caso del Truco, por ejemplo, los ochos y los nueves constituyen un excelente banco de suplentes que permite paliar las ausencias de –llegado el caso- el cuatro de copas, el tres de basto, el as de espadas. Para facilitar estas sustituciones, la modificación de la naturaleza de la carta redimida bien puede explicitarse mediante una inscripción: “culo sucio”, por ejemplo, se escribirá sobre el ocho de copas si se pierde el as de oro.
Los jugadores pueden así aprovechar al máximo su baraja, sin temer que alguna carta remarcada por el uso u olvidada debajo de algún mueble torne inútil al resto de sus compañeras; el límite de sustituciones está dado por la cantidad de cartas que no se utilizan y por las características del juego en cuestión.
Ahora bien, imaginamos la aparición de un mazo nuevo de características idénticas a la baraja diezmada. ¿Qué corresponde hacer en este caso? ¿Debe el ocho de copas que dice “culo sucio” dejar su lugar al as de oro del nuevo mazo? ¿Son los dos igualmente útiles, auténticos, merecedores de ser de la partida?
El presente relato prefiere renegar de toda alegoría toda vez que nos conduce a las siguientes sospechas. Acaso ninguna carta sea lo que dice ser. Tal vez todas se encuentren reemplazando a naipes pretéritos ya perdidos. Acaso nuestra naturaleza no resida más que en simples disfraces, usos y costumbres. Y tal vez otras personas estén guardadas en el mazo, haciéndose las sotas, esperando reemplazarnos cuando nos quedemos olvidados debajo de algún mueble con expresión de "culo sucio".

Los músicos XVII


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(Versión mejorada de http://munduna.blogspot.com/2005/09/hamlet.html)

viernes, 7 de septiembre de 2007

Cualquiera puede estudiar publicidad III

Con motivo del inminente Mundial de Rugby que tendrá lugar en Francia, nuestra agencia de publicidad ha sido contratada por una empresa de medicina prepaga para realizar una campaña al respecto.
Partiendo del concepto "Los pumas llegaron a Francia", los maravillosos cerebros de nuestra agencia pusieron manos a la obra y llegaron a buen puerto. El siguiente afiche publicitario es muestra de esto: ha sido seleccionado por la empresa auspiciante y salió publicado esta semana en distintos matutinos.

Propuesta elegida: "6 de junio de 1944. Desembarco de Normandía".

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Más allá de este genial afiche que resultó elegido por las enormes personas que dirigen la empresa auspiciante, las mentes creativas de nuestra agencia desarrollaron otras excelentes ideas que, no obstante, debieron ser descartadas. Es un placer compartir con ustedes estos afiches alternativos.

Propuesta descartada 1: "22 de abril de 1968. Mayo Francés."

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Propuesta descartada 2: "21 de enero de 1793. Ejecución de Luis XVI"-

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La satisfacción por el trabajo bien realizado nos llena de orgullo y tranquilidad en la agencia. Sin embargo, guardamos una ligera sospecha: la tímida certeza de que, casi de seguro, ningún rugbier comprenda nuestras propagandas. O cualquier otra cosa.

martes, 4 de septiembre de 2007

Magnus Norman, el mago de la Didáctica I

En los oscuros pasillos de la Universidad de Humanidades los oídos atentos saben percibir todavía los murmullos que recuerdan la vida de Magnus Norman. Teórico eminente, fue, no obstante, su labor como profesor la que le inculcó el bien merecido mote de “mago de la Didáctica”.
Querido por sus alumnos, respetado por sus pares y admirado por sus métodos de enseñanza –por el contrario, bastante impares-, Magnus era capaz de enseñar de manera satisfactoria cualquier cosa: “París es la capital de España”, “el poroto es una planta monocotiledónea”, “el hidrógeno es un metal”, entre otras barbaridades.
Con las anécdotas que enlistaremos a continuación no intentamos abarcar todos los aspectos de la vida del maravilloso Magnus; guardamos, empero, la esperanza de dejarle al ávido lector por lo menos una muestra del talante de este gran hombre.

- Huérfano desde los seis años, el niño Magnus sorprendió a las autoridades del Instituto Oliver Twist cuando, a raíz de un problema cardíaco que sufriera el viejo Hans –celador del orfanato-, debió conducirlo en automóvil al hospital. Esta premura en la atención salvó la vida del fiel ordenanza. Cuando fue consultado acerca de quién le había enseñado a manejar, Magnus simplemente respondió: “aprendí solo”. Mostraba así, desde chico, su genial condición de auto didacta.
- La asignación de la prestigiosa beca Edinburg, le permitió al joven Magnus proseguir sus estudios en la Universidad de Humanidades. A pesar de recibir instrucción en Literatura, Sociología y Antropología, la presencia de la bella Doctora Susan Henderson hizo que Magnus se interesara en la clase de Matemáticas por sus senos, sus cosenos y sus tangentes.
- El curso de Psicología a cargo de la voluptuosa Licenciada Molly Allen fue el responsable de que Magnus volviera a volcar su interés hacia las Humanidades: al percibir la magnitud de la propuesta bibliográfica de la docente, Magnus no pudo menos que exclamar boquiabierto qué buen corpus.
- Tras finalizar los estudios en tiempo récord, una experiencia lo marcó para siempre: a dos cuadras de la Universidad, Magnus se hizo tatuar en su brazo derecho la figura de una calavera.
- A los treinta años Magnus se casó con su mentora Molly Allen. La luna de miel en el Lejano Oriente introdujo a la pareja en una cultura hasta entonces desconocida; a partir de ese momento, Magnus sería un militante admirador de aquella cultura milenaria. Tanto fue así, que cuando nació Thomas, su primer hijo, Magnus se propuso férreamente enseñarle karate y otras artes marciales “aunque sea a patadas”.
- Durante un conflicto con estudiantes de la Universidad de Humanidades, Magnus tomó la palabra ante una numerosa asamblea. Frente al silencio inmediato de la multitud, habló con belleza y simpleza: “olvídense de las caricaturas. El corazón tiene forma de puño cerrado. ¿Qué significa esto? Pues que debemos agregar a nuestras pasiones la claridad y la concreción de una certeza; debemos sumar a la formulación humanista de nuestras ideas, el implacable rigor de un puñetazo".
- Magnus desapareció misteriosamente de su oficina un 13 de julio. La última nota escrita en su diario resulta bastante lóbrega: “No es por ser pesimista, pero creo que todo me saldrá muy mal”.