viernes, 27 de mayo de 2005

Definiciones para ser un erudito I


- El uso escatológico del lenguaje suele estar visto para la mierda.

- La cuestión de la pedofilia en la Iglesia Católica es un tema muy manoseado.


- La vida está llena de secretos... y de otras cosas que no puedo decir.

- Desconozco, ignoro y no sé qué demonios, qué diablos, qué diantres es un sinónimo.

- Un eyaculador precoz es una persona que

- Una tautología es una tautología.



jueves, 26 de mayo de 2005

Savoir-faire, Laisser-faire, Lucifer

Presentóse una noche Mandinga frente a un nacimiento de mellizos:

"Discúlpeme, señora, que me entrometa; bien veo yo que está ocupada. No es mi intención molestarla, sino, por el contrario, vea usted, serle de ayuda. Le ofrezco, estimada dama, alejarla de estos dolores propios del alumbramiento y asignarle un nacimiento doble pero rápido, sin dolor y sin cesárea. ¿Qué le pido a cambio? Algo simple, liso y llano: que me deje signar el futuro de sus hijos por estas dos barajas que tengo acá, en mi mano".

La señora aceptó casi sin pensarlo, creyéndose en medio de una alucinación. Lucifer, entonces, dio vuelta las dos cartas: una rezaba "savoir-faire"; la otra, "laisser-faire".

En efecto, los hermanos nacidos ese día vieron signados su destinos por -uno- el conocimiento para realizar cualquier actividad de petimetre y -el otro- la posibilidad de disponer libremente de acciones y decisiones.

Sin embargo -he aquí la trampa de Mandinga- ni el uno tenía la libertad para ejercer su popular sabiduría ni el otro las competencias para hacer gala de sus posiblidades multiplicadas. ¡Quién fuese hijo único y tuviese los dos ases en la manga!

martes, 24 de mayo de 2005

Las aventuras del preceptor I

Los alumnos de primer año conservan aún particular predilección por jugar al fútbol durante el recreo. Como las pelotas de fútbol ofrecidas amablemente por el colegio suelen pincharse o colgarse con tenacidad, los chicos perseveran en la práctica utilizando botellas de gaseosa.

El preceptor observa los improvisados partidos con atención, pero sin ánimos de arbitrar. De repente, un día, descubre: todo es más divertido cuando usan botellas. Con la pelota juegan más violentamente, más salvajemente, pateándola para arriba y corriendo atrás de la misma. La botella, en cambio, demanda más atención y mejor trato: exige refinamiento, delicadeza, ciertas sutilezas que compensan la tosquedad del balón imaginado.

El preceptor comprende rápidamente la alegoría: las cosas imperfectas demandan un esfuerzo mayor, pero igualmente más grande es la gratificación que obtenemos a través de su trabajo. Los juegos fáciles, en cambio, se diluyen en pelotazos largos y cruzados, demasiado efectistas y amigos de lo impropio.

La fábula podría continuar -"benditas sean las mujeres botellas de Coca Cola que gustan más por sus imperfecciones que por sus formas redondeadas"-, pero el preceptor debe ir a tocar el timbre para dar por terminada -una vez más, una vez menos- la pausa del recreo.

jueves, 19 de mayo de 2005

Los músicos I

YODA STEREO

Basado en una idea de Luis "Barbarie" Cacofleto, de Monte Grande.

Los ensayos de Infomae: Algunas cuestiones sobre "Star Wars"

La épica espacial de George Lucas se cierra sobre sí misma dejando dentro de su esfera un vasto universo -una galaxia muy, muy lejana- de personajes, artefactos, batallas y situaciones fantásticas. Más allá de la catarata de comentarios acerca de los mecanismos, intertextualidades y artilugios comerciales que hicieron de esta saga cinematográfica la más exitosa de su tipo, resultan también interesantes ciertas sutilezas -admitámoslo, no demasiado insondables- traídas a colación por la inmersión en el mundo -en los mundos- de "Star Wars".

Se sabe: la historia de Anakin y Luke Skywalker está compuesta por seis episodios: "Una nueva esperanza" (1977), "El Imperio contrataca (1980), "El regreso del Jedi" (1983), "La amenaza fantasma" (1999), "El ataque de los clones (2002) y "La venganza de los Sith (2005). El hecho de que los tres últimos capítulos en estrenarse presenten hechos anteriores a la película de 1977 desvela todavía el entendimiento de las mentes escépticas; sin embargo, la forma en la que Lucas ha decidido contar su historia -o, mejor dicho, la forma en que la historia ha devenido en ser contada- plantea otras cuestiones.
Una vez que se encuentren disponibles los seis episodios en cualquier videoteca, ¿será conveniente respetar al verlos el orden de aparición de las películas o el orden crono-lógico indicado por sus cifras in crescendo? Dicho más convenientemente: ¿debe seguirse el tiempo de la historia (el tiempo lineal en el que ocurren los hechos ficcionales) o el tiempo del relato (el tiempo manejado por el narrador- en este caso el cineasta-, que es el que decide cúando contar qué cosa y de qué forma hacerlo).
La respuesta, a priori, es clara: como en literatura, el tiempo del relato es el que hace que la obra artística sea lo que es: un artificio que opera sobre la realidad de determinada manera. Como obra ficcional que, obviamente, siempre es "Star Wars", interesa acaso la forma (en este caso, la forma cinematográfica por excelencia: la manera en que se cuenta una historia) más que el contenido (las aventuras de unos personajes que utilizan unos extraños sables láser, por caso).
Sin embargo, en el caso específico de Star Wars, hay que señalar más elementos que apuntalan esta necesidad de respetar el tiempo del relato: la segunda trilogía tiene sentido sólo a partir de la primera. Al ser un relato circular, el final sólo se comprende por el recorrido del camino iniciado en el principio. Los jóvenes que se acerquen por primera vez a las seis películas deberán seguir el estricto orden de aparición: de lo contrario, la relación entre Luke y Darth Vader o el amor imposible entre Luke y Leia, por ejemplo, serán sorpresas arruinadas; o, peor aún, ni siquiera serán sorpresas.

Ahora bien, veinte años después del guión original, Lucas volvió de lleno al universo por él creado. Mucho se especula con que la historia de "Luke Starkiller" -tal cual el nombre inicial en las primeras anotaciones del director californiano- hace rato que está escrita; muchos aseguran ahora la existencia de episodios séptimo, octavo y noveno. Y, la verdad, poco de esto importa, pues sólo podemos atenernos a la realidad de la fantasía proyectada. En este sentido, debemos analizar la doble trilogía como lo que es: un relato circular que se cierra sobre sí mismo.
Si, como afirman todos ahora, el héroe es el villano, el tema de las dos trilogías de seguro está relacionado con "los malos", vale decir, con el Imperio. En efecto, mientras la primera trilogía relata su caída, la segunda da luz sobre su oscuro advenimiento. Olvidémonos de Anakin y de Luke -principalmente de Luke-: el héroe de la saga es el senador Palpatine, el Lord Sith Darth Sidious, el Emperador. Un personaje tan corrupto y corruptor, tan -valga la redundancia- sombrío, del cual sabemos tan poco, ¿cómo es que no llega a ser el más inquietante?
El carácter circular de la doble trilogía se subraya en la correspondencia entre cada episodio respectivo: a la esperanza del IV se le opone la amenaza del I; al contrataque del Imperio, el ataque de los todavía republicanos clones; al regreso del Jedi, la venganza del Sith por excelencia, el Emperador. Al contexto de rebelión y resistencia de episodio IV le siguen los turbios negociados de una organización de comercio multi-estelar dirigida por unos seres verde dólar; el reagrupamiento de las fuerzas del Imperio en episodio V -el primero en el que aparecen el Emperador y la famosa marcha imperial de John Williams- se reflejan en el tema musical que suena cuando se presenta el ejército de clones que protegerá a una República cuyo senado está en vías de convertirse en eufemismo; a la destrucción del emperador por parte de Darth Vader le corresponde su salvación por parte de un escindido Anakin.

Pretendida tragedia familiar, la saga de Star Wars -el primer mito posmoderno- se vuelve, por lo tanto, fundamentalmente política. Ya no puede ser revolucionario el Lucas setentista, el mismo que ha cosechado fortunas entre muñecos, videojuegos y múltiples productos; sin embargo, tampoco puede dejar de ser liberal. Compañero de ruta de Steven Spielberg (otro demócrata millonario), Lucas se anima -sin despeinarse ni poner en riesgo nada- a poner en boca de Darth Vader palabras de George W. Bush (el sistema se ha vuelto tan infranqueable, que admite ser golpeado dentro de sí mismo sin sufrir ni cosquillas). Y sin embargo, quedará por verse si Star Wars se vuelve fábula adormecedora con pócimas de merchandising o catarsis liberadora que llame a los mercenarios, a las princesas, a los héroes púberes y a los viejos mentores a unirse y hacer posible que efectivamente exista -tal cual correspondería ahora- una nueva esperanza.

martes, 17 de mayo de 2005

Cuatro escenas

-Uh, perdí la noción del tiempo.
- ¿Tenés mucho sueño? ¿Sufrís, acaso, de insomnio?
- No, no; me robaron el reloj.

- Yo no conozco el signficado de la palabra "peligro".
- Ah, es usted muy valiente...
- No, soy un tremendo ignorante.

- Che, ¿tenés hora?
- Sí.
- Gracias. Menos mal: creí que habías perdido la noción del tiempo.

- Mamá, tengo que completar esta planilla para entregar en Hidalgo... ayudáme a contestarla, por favor.
- Cómo no, hijo mío. Adelante.
- "¿Tiene antecedentes de problemas cardíacos en usted o en su familia?"
- No.
- "¿Antecedentes de problemas de memoria?"
- No.

- "¿Antecedentes de alguna operación?"
- No.
- "¿Antecedentes de problemas de memoria?"
- No.

- "¿Antecedentes de hepatitis o de alguna otra enfermedad más o menos grave?"
- No.
- "¿Antecedentes de problemas de memoria?"
- No.

lunes, 16 de mayo de 2005

Reclamo


El panfleto se vio en Corrientes y Callao la semana pasada.
Se propone imprimirlo y esgrimirlo. Adhieren a la causa
la Juventud Derridiana y la Asociación de Fanáticos del Chat.

Las Tres Marías

- Bajá la vista y mirá al cielo: ¿ves el cinturón de Orión? Son las Tres Marías.
- Orión no es el guardameta de un club de Boedo; tampoco es la empresa que supo distribuir muchas películas de Woody Allen...
- Pero aunque no se trate de un arquero, Orión sí fue un cazador de gran renombre y valía. Según la mitología griega, tan grande era su fama que la soberbia lo alcanzó: "no hay animal sobre la faz de la tierra que yo no pueda matar, no hay", afirmaba con soslayo. Hera, como quien baldea la vereda, envió un venenoso escorpión para que picara a Orión y limpiara tanta socarronería. Y así fue: Orión murió y devino constelación, honrándose su antigua gloria y prosapia.
- No es éste el único caso en el que las tres Marías se asocian con la soberbia y la ostentación. Para los antiguos astrónomos árabes, sin ir más lejos, el trío conformaba el "collar de perlas" de la constelación Al Jauzah, luego Al Jabbar (el gigante).
- Y un collar de perlas parece ser algo superfluo, que ignora lo fundamental, que es superficial, por demás frívolo y groseramente lábil.
- Pero claro: es muy difícil para un cuerpo celeste no caer en la soberbia. Es difícil ser el mejor cazador del mundo y no andar cediendo a la tentación de comentarlo por el barrio. ¿Cómo llegar tan alto sin mostrarse? ¿Cómo no despertar envidia en los oscuros planetas que no brillan con luz propia?
- Y sin embargo, llega siempre el momento en que la gloria pasajera alcanza su destino y se vuelve pasada: tarde o temprano, el fulgor es ilusión producida por luces de estrellas que ya se extinguieron.
- Pero las tres Marías también están relacionadas con la fidelidad, la conservación, el aguante. Para la mitología egipcia, sobre las tres estrellas descansa el alma de Osíris, dios de la fertilidad, la vegetación, los muertos, los etcéteras. Engañado por su hermano Seth, Osiris fue encerrado en una caja diseñada según sus medidas exactas y arrojada luego al Nilo. Isis -su hermana y esposa- buscó la caja y la encontró, pero Seth se enteró de esto, cortó el cuerpo de su hermano en catorce pedazos y los diseminó por todo Egipto. Ayudada esta vez por su hermana Neftis y siete escorpiones, Isis partió nuevamente en escudriñadora expedición; llegó a encontrar todo el cuerpo de su esposo, con excepción del falo, que fue comido por unos peces. Usando su magia, Isis reconstruyó el cuerpo de su esposo y recreó el miembro perdido. Con la ayuda de Anubis (hijo de Neftis y Osiris, que se había acostado con su cuñada por equivocación), Isis embalsamó el cuerpo, y así Osiris se transformó en la primera momia de Egipto.
- Estamos acá hablando de todo esto pero olvidamos lo fundamental: las Tres Marías son tres...
- ... y bien podrían representar el pasado, el presente y el futuro; o el comienzo, el desarrollo y el desenlace de cada historia invididual; o la afirmación, la negación y la incertidumbre; o la madre, la esposa y la hija; o el amor, el odio y la indiferencia; o la tesis, la antítesis y la síntesis; o el arrepentimiento, el olvido y el perdón; o los dos palos y el travesaño.
- Y sin embargo, es claro que no tiene objeto cifrar todo en el número tres.
- ¿Por qué?
- Bajá la vista y mirá al cielo: ¿ves el cinturón de Orión? Son las Tres Marías.
- ¿Las tres Marías? Pero yo sólo veo dos...
- Y yo, cuatro.
- Caramba...
- La respuesta no está en las alturas, pues nadie habita en los cielos. Ni siquiera las tres Marías, sean dos, tres, cuatro, cinco, todas o ninguna; ni siquiera nosotros.
- Todo es milagrosamente terrenal... como un collar de perlas.

lunes, 9 de mayo de 2005

La fantasía del regreso

Gran parte del éxito y atractivo de las sagas literarias, cinematográficas y televisivas acaso resida en el hecho de que las mismas juegan a cumplir la fantasía del regreso. La vuelta de personajes, lugares y situaciones permite a través del reconocimiento por parte del espectador una identificación y una complicidad que se subrayan con cada nueva entrega. No importa la distancia temporal que separe cada nuevo episodio: uno recibe a los sospechados personajes como quien visita de tanto en tanto la casa de sus primos en esporádica rutina.

Y sin embargo, suele decirse, las segundas partes nunca han sido buenas; la refutación de la fantasía del regreso encuentra su voz argumentativa desde el río de Heráclito.Y aún así, empero, la ilusión del retorno se repite al finalizar cada febrero, al visitar la vieja escuela, al tomar un café con sujetos ya no muy frecuentados.

Si se vive en constante y pendular ausencia y abandono, el regreso es igualmente inevitable. No será el mismo el que retorne, puede ser, pero uno cuando llega siempre es distinto al que se irá.

domingo, 8 de mayo de 2005

La experiencia retroactiva

La experiencia retroactiva se proyecta hacia atrás. Si un hombre se fractura la pierna y debe andar en muletas, los recuerdos de su infancia lo dibujan como un niño igualmente en muletas. En el momento en el que recupera su normal motricidad, el pasado se reformula y la visión de pequeño que el hombre tiene de sí mismo vuelve a correr por el patio de la escuela.
Si los padres de una persona mueren, esa persona ha sido huérfana desde el nacimiento. La experiencia retroactiva se acerca al olvido sólo en el arrepentimiento: si un sujeto se divorcia en malos términos, en su mente jamás se habrá casado.
La experiencia retroactiva hace del pasado algo dinámico, lo enlaza con el presente, lo resignifica constantemente. Los recuerdos no se vuelven falsos sino inmediatos, primos segundos del breve instante presente.
Los libros de historia en un mundo de experiencia retroactiva se reescriben todo el tiempo, pero no por orwelliana malicia sino por inevitabilidad lógica: ¿cómo digerir la idea de que nuestros enemigos no lo han sido siempre?
Los amigos que uno conoce a los veinte años pasan a ser compañeros de las primeras lecturas. ¿Acaso no es eso lo que sucede? Las segundas, terceras, cuartas, quintas, sextas novias son todas la primera: la experiencia retroactiva suele hermanarse con la innovación, y uno siempre que quiere lo hace con espíritu renovado.
La existencia de la esperanza sólo se puede explicar por la retroactividad de la experiencia: los desengaños del pasado se borran de repente con el surgir de la confianza. Las desilusiones retroactivas, lamentablemente, tienen ese insoportable tono de "yo ya sabía que iba a pasar esto".
La experiencia retroactiva hace del pasado algo lábil, relativo al escurridizo presente y cliente del futuro múltiple. No hay escritura en la experiencia retroactiva: todo deviene, fluye y existe dejando de existir.

Dos comentarios sobre las relaciones humanas

- Si un tenista tiene relaciones sexuales en una obra en construcción se trata de un polvo de ladrillo.

- Cuando te citás con tu ex-pareja, suele decirse que te ex-citás.

viernes, 6 de mayo de 2005

Campaña de salud reproductiva

Prime la salud, Prime la vida, Prime la responsabilidad
Utilice preservativos
--PRIME--
los Primeros en calidad.

Filosofía Zen

-Tranquilicensen, despiertensen, psicoanalicensen-

Las tres claves de la Filosofía Zen para alcanzar una vida amena, práctica e inmune a los desplantes.

miércoles, 4 de mayo de 2005

¿Dónde estamos parados?

[Léase muy rápido y de corrido, y no sin mucha gracia]
Dónde estamos parados? Bueno, bueno, es un decir, pues si bien ya puedo apoyar mi pierna derecha me sostengo todavía con un par de muletas. Pero en fin, mi pregunta lidiaba yo diría que con lo retórico: "¿dónde estamos parados?" inquiere sobre nuestro estado actual, espiritual, universal. Vamos, ya han pasado cuatro años desde la odisea 2001, verdadero inicio -rezan los exactos- del siglo XXI. Ya prácticamente todos hemos cumplido 21, y nótese lo curioso: la repetición de las cifras, el dos y el uno.

Y bien, la pesadilla tecnológica -comencemos- no lo es tal, y si lo es, en todo caso, es una crisis de decisión, o de indecisión, pues fíjese usted que si desea uno comunicarse con alguien, ya no sabe cómo hacerlo: que lo llamo por teléfono a su casa, a su trabajo, a casa de un pariente o conocido, que lo llamo al celular, que le mando un mensaje de texto al celular, que le dejo un mensaje en el contestador, que le dejo un mensaje al hermano o hermana, que le dejo dicho que me llame, que voy a volver a llamar más tarde, o simplemente dejo dicho que le avisen que llamé, que mejor le mando un mail a una de sus direcciones, a sus dos direcciones, a sus tres direcciones, que agrego a la persona al msn, que le hablo por msn, que me ofendo por su falta de respuesta, que me tranquilizo porque seguramente no está frente a la computadora, que me enojo porque se desconecta sin saludar, que resuelvo no hablarle más, que me explica que tuvo que resetear, que no me explica nada, que seguro que me bloqueó, que no me importa nada porque mejor es verla personalmente, entonces decido -¡finalmente!- arreglar un encuentro cara a cara, para lo cual mejor es invitarla, avisarle, llamar a la persona por teléfono a su casa, a su trabajo, a casa de un pariente o conocido, al celular... y así vivimos, postergada la comunicación simplemente por su posibilidad multiplicada.

¿Dónde estamos parados? Entre el estudio, el trabajo, los amigos -los viejos, los nuevos-, las amigas, -las viejas, las nuevas-, los viejos -los padres, las madres-, los hermanos, los abuelos, los tíos, los sobrinos, los primos, ¿los hijos?, las parejas, las desparejas, los proyectos de parejas, los hobbies, las horas de sueño, los partidos -de fútbol, de tenis, de voley-, los libros por leer, las revistas por leer, los videos por ver, los programas por grabar -para ver, para escuchar-, las cosas por pensar, los viajes por hacer, las cuadras por caminar, la comida por comer, las cuestiones por resolver, las resoluciones por cuestionar... entre todas estas cosas, ¿dónde queda parado uno, que además no sabe si llamar a la casa, al trabajo, al celular...? Tantas cosas por hacer que no se puede hacer casi ninguna.

Entonces, la derrota, la violencia, o la priorización, la decisión, la inteligencia, la disciplina, el estoicismo, la dosificación de la alegría, la duda, la maduración, la alegría, el acostumbramiento, la sorpresa, la indiferencia, la destreza, la fuerza, la táctica, la técnica, ¿la duda?, la suerte -la buena, la mala, la que no suscribe a ninguna ética etiqueta-, la alegría, el tropiezo, el polvo, el sacudón, el levantamiento -armado, desarmado, desalmado-, la alegría, la meteorológica alegría, la risa.

La risa del elefante, el jabón y la radio; el sinsentido de querer ubicar al otro, al otro que está ahí, o que no lo está, o que lo estará, o que lo estuvo, y la paradoja de la nostalgia, que extraña lo que no está justamente porque no está, y las amistades perdidas como perdidos los amigos de Peter Pan, como perdidos los tesoros de los piratas, como perdidos en Tokyo, Atenas o Mar del Plata, y este recurso de la enumeración que se repite indefinidamente, que se repite.

¿Dónde están todos parados? Si supiera, los llamaría, o dejaría de esperar sus llamados, o sin culpas me sería totalmente indiferente -como, juro, me es- la indiferencia que me trae el silencio de los mails, de los teléfonos, de los mensajes al celular. Porque no hay peor silencio que el ruidoso y no hay mayor secreto que el que esconde la elocuencia.

¿Dónde estuve parado? Dios mío, qué vergüenza, qué recuerdos... ¿Dónde estaré parado? Demonios, cuántas posibilidades...

¿Que dónde estamos parados? Qué importa, si la vida es como el cine: cuando se apaga la luz, todo está por verse.