lunes, 26 de noviembre de 2007

Recuerdos de primer grado II

Año 1990. El arte del grafitti en los cuadernos escolares:


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Recuerdos de primer grado I

Era el año 1990. Mundial de Italia. Primer grado de la escuela primaria. Presidencia de un nuevo presidente. Y un hábil análisis político -si no premonitorio- por parte de un servidor:


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"No, dejá, hermano"

Qué dificil tu tarea, hermano: ser guardián de la noche en la que todos se divierten; mantenerse controlado en el reino donde la juerga, la jarana, el jolgorio, la alharaca, la bulla y la chacota se pelean por el trono.
Qué dificil tu tarea, hermano. Te la regalo. Y todo sin mencionar las horas de estudio en el gimnasio, los sacrificios en la dieta, la renovación de tu vestuario...
Te aprecio, hermano. Pavada de abogado podrías haber sido, si sin haberte entrenado y casi sin habértelo propuesto te parás así, ante la ley, alejando cucarachas, con tremenda presencia e hidalguía.
Es una lástima que tu trabajo no sea bien apreciado; rezo a tu santo -San Pedro, que, como vos, custodia una puerta- para que tu situación cambie. Vos, sin embargo, no cambies nunca. Soy yo el que tiene que cambiar. Porque si yo no puedo pasar es por mi culpa.
No, dejá, hermano. Que ninguna lágrima recorra tu calavera de eslabón perdido. Vos valés mucho.
Así que si no puedo entrar, si no me dejás pasar, doy media vuelta y me voy. Sin problemas. Te deseo lo mejor, hermano patovicoa. Te deseo lo mejor y que te vayas a la muy recalcada concha de tu hermana, cagón de mierda, hijo bobo de King Kong y de una prostituta sifilítica.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

El día del canillita

En respectivas solicitadas emitidas por la Asociación de Editores de Diarios de la ciudad de Buenos Aires (AEDBA) y la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) se destaca la importancia de la publicación de diarios durante el 7 de noviembre, fecha en la cual se celebra el tradicional día del canillita.
En los mencionados libelos, se señala la importancia de “sostener la vigencia de las publicaciones impresas” en un momento en el cual los avances tecnológicos han creado “fuentes alternativas” que compiten con éstas (AEDBA); en este sentido, se destaca que “la prensa enfrenta grandes desafíos, aquí y en el mundo, que la obligan a reconvertirse para mantener su vigencia en un contexto de grandes cambios culturales, económicos y tecnológicos” (ADEPA).
Los editores de diarios son conscientes de que realizan una tarea comercial; por esto se refieren a los lectores como “clientes” cuyos hábitos de lectura forman parte de “hábitos de consumo” más generales (AEDBA). No obstante, también dan cuenta –y con muchísima razón- de la relevancia que tiene el “rol institucional” de los diarios de “informar a la ciudadanía” y “estar junto a los cientos de miles de lectores que cotidianamente recurren a los mismos como herramientas de información, cultura, servicio, trabajo y participación” (ADEPA).
En este marco, el 7 de noviembre está visto no sin cierta ambigüedad. Por un lado, los editores reconocen “profundamente el significado del día del canillita y es por esta razón que celebramos con los vendedores esa fecha”; no obstante, por el otro observan “con preocupación la notificación del Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas de no trabajar el 7 de noviembre” (AEDBA). De manera similar, los editores también anuncian que “mañana es el día del vendedor de diarios, y ADEPA coincide en que la mejor manera de acompañar a los quiscos es sirviendo, como siempre, a los lectores. Como sucede con las celebraciones de cada una de las profesiones que intervienen en la producción”.
Una coincidencia dada por la arbitrariedad del calendario quiso que estas líneas se publicaran en el día del trabajador bancario, fecha en la cual ni los bancos ni la bolsa de valores –sectores que intervienen sobremanera en la producción- no sólo no operaron sino que tampoco debieron soportar el agravio de ver impugnado el día de descanso en el cual se conmemora su actividad.
En un momento de inflexible flexibilización laboral se les exige a los trabajadores de los puestos de diarios -“Pymes” según ADEPA- que desarrollen su tarea con normalidad: “es imperioso editar, distribuir y vender los diarios” (AEDBA). Como - pese a “exhortar a los vendedores a que abran sus kioscos (AEDBA) y haber hecho “un esfuerzo procurando que los quiscos estén abiertos mañana” (ADEPA)- no está asegurada la abstención de los canillitas de celebrar su día como lo hacen –por ejemplo- bancarios y docentes, los editores anuncian que ofrecerán “alternativas que garanticen el acceso a los diarios por parte de nuestros lectores y la continuidad del flujo informativo” (AEDBA), y que “se han previsto esquemas de venta a través de puestos alternativos” (ADEPA).
Lejos de analizar si medidas de este tipo están dentro de la legislación vigente que regula la venta de diarios, los editores advierten que lamentarían “profundamente que la vocación de miles de vendedores por cumplir su tarea resulte intimidada” (ADEPA).
Los editores, desde luego, no buscan enfrentarse a los canillitas, a quienes reconocen como uno de los “eslabones” de la actividad que deben colaborar en su fortalecimiento sin presentar “posturas alejadas de la racionalidad”. La finalidad de los editores es tan noble –justamente- como loable: “su objetivo, que aspira sea el de todos los involucrados, no es otro que el de seguir trabajando para garantizar la salud de la prensa escrita. Y su vigencia insustituible como garantía de pluralismo de opinión y debate democrático” (ADEPA).
Ahora bien, los señores editores parecen estar obviando algunas cosas. Ya hemos mencionado que el día del canillita se celebra de manera similar a la que se festeja, por caso, el día del bancario; ya hemos dado a entender que la institución de una fecha de este tipo está relacionada con el hecho de consagrar la dignidad de un trabajo –señalado por los editores mismos como muy importante para una sociedad en democracia-, en un contexto de salvaje flexibilización laboral e igualmente animalizada deshumanización y mercantilización de todo tipo de relación social.
Los señores editores mismos equiparan el hábito de lectura a un hábito de consumo; y los señores editores mismos eligen obviar el hecho de que gran parte de su interés en la publicación indefectible de los diarios reside en el hecho de que ésta les implica una ganancia económica, la cual proviene tanto de la venta de ejemplares como de los cada vez más numerosos espacios destinados a la publicidad, los cuales, por otra parte, garantizan –afortunadamente- la posibilidad de seguir “desarrollando contenidos de excelencia, informes especiales, nuevas secciones y nuevos títulos” (AEDBA).
Los señores editores, por otra parte, no dan cuenta de algo fundamental: la facilidad con la que se han adaptado a los mentados “cambios tecnológicos” que problematizan no ya sólo la prensa escrita sino el soporte papel en general. Los señores editores escogen no decir que sus sitios de Internet son visitados diariamente por decenas de miles de personas, las cuales leen sus contenidos diversificados -tan ampliados en temáticas como reducidos en calidad de prosa- y observan las nuevas formas de publicidad que posibilitan –es necesario decirlo- la gratuidad del acceso.
Los señores editores –que se arrogan no sin cierta pertinencia el deber de abogar por su importancia democrática- seguramente no estén de acuerdo con quienes afirmemos que un día sin diarios no dañará el civismo de ningún ciudadano, el cual podrá seguir in-formándose escuchando radio, viendo televisión o accediendo a Internet, mientras los señores canillitas descansan de los cotidianos despertares anteriores al alba.
No corresponde, por otra parte, a los señores editores, formular en este ámbito una crítica acerca del desdibujamiento en su actividad de ciertos rigores formales que redundan en nuevos contenidos más tendientes al entretenimiento que a la información y más favorables a la venta de un producto tendencioso que al aporte honesto, verídico e inteligente en una sociedad verdaderamente democrática.
Los señores editores, por suerte, no deciden atacar a los canillitas imputándoles ciertas prácticas por lo menos discutibles como la venta de mercadería ilegal en sus puestos –como ser discos de música y de películas-. La discusión, por suerte, es mucho más sencilla: si corresponde que los vendedores de diarios trabajen el 7 de noviembre y se abstengan, de este modo, de atentar contra la sociedad; o si, por el contrario, es conveniente que se tomen el día libre dejándonos muy recelosos, bastante desinformados y acaso un poco menos infelices.

http://munduna.blogspot.com/
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