sábado, 13 de octubre de 2007

Sergei, el ruso gay

Los primeros años de Sergei Tinianov estuvieron marcados por la muerte de su padre, su padrastro y cinco de sus hermanos. Esto, en verdad, fue muy raro, ya que Sergei tenía sólo dos hermanas.
Fueron, precisamente, las jóvenes Marina y Anna las que, desde muy temprano, se ocuparon de brindarle a Sergei una educación de primer nivel: cada día a las seis de la mañana comenzaban sus lecciones de Literatura y Geografía.
Al cumplir los cuatro años, Anna decidió enviar a su hermano al Jardín de Infantes, pero Sergei -que no simpatizaba demasiado con su hermana mayor- le confesó que prefería ser infante de Marina.
A los doce años, y como consecuencia de un malentendido, Sergei inició su precoz carrera en la Armada Rusa.
Su primer nombramiento lo condujo a Siberia, lugar donde comenzó a escribir un diario -"La Gazetta Soviética", del cual hemos extraído gran parte de los datos incluidos en la presente reseña.
Por su artículo “La violeta estepa del norte de Siberia” recibió el premio municipal de literatura y una citación al oculista. Allí los médicos detectaron que Sergei era daltónico.
Al año siguiente, debió trasladarse a la Plaza Roja en Moscú, pero no pudo encontrarla. Frustrado porque su vida militar no lo llevaba a ningún lado, decidió dedicarse de lleno a la literatura. Su novela “La casaca del cosaco” alcanzó singular éxito: vendió tan solo un ejemplar.
Quiso el destino que en una oscura taberna de las afueras de Vladivostok, Sergei descubriera el amor. Habiéndosele detenido el auto, Sergei ingresó al local y solicitó ayuda a los parroquianos. Un fornido marinero -Dimitri Shklovski- se ofreció a empujar su vehículo. Desde el primer momento en que se conocieron, Sergei comprendió que esta relación significaba un impulso importante para su vida.
Pero esto forma parte ya de otra historia.

Tapa II


¡Vamos, Pumas!
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http://www.clarin.com/diario/2007/10/11/tapapapel.htm

domingo, 7 de octubre de 2007

martes, 2 de octubre de 2007

Cualquiera puede estudiar publicidad IV


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Magnus Norman, el mago de la Didáctica II

Recientes descubrimientos nos han acercado nuevos datos acerca del famoso profesor Magnus Norman, quien, gracias a su claridad expositiva, buena predisposición para la enseñanza y –fundamentalmente- su costumbre de hacer aparecer palomas de una galera durante sus clases, supo recibir el mote de “el mago de la Didáctica”.
Al comienzo de su carrera, Magnus supo desempeñarse como Supervisor General Adjunto del Ministerio de Educación. Éste constituyó en realidad su segundo trabajo, ya que el primero –técnico aeronáutico- no supo como hacerlo.
En el área ministerial, su labor consistía en la observación de clases y en la asignación de puntajes a sus colegas. “La tarea me resulta totalmente ingrata” –escribe Magnus en su diario, desconocido hasta el momento-. “Ayer, sin ir más lejos, en el colegio que queda a una cuadra de la oficina, tuve que calificar la tarea de Don José Costa Arenas, mi antiguo profesor de Biología. Hay muchas presiones para jubilarlo y mi opinión al respecto será decisiva. ¿Qué diré en el informe? ¿Prevalecerá el afecto que le tengo o la objetividad de la mirada escrutadora? La clase de Don José fue muy buena, aunque por momentos algo dispersa. Trató sobre la estructura interna del árbol: comenzó por las raíces, siguió por el tronco, pero después –acaso muestra de su vejez- se terminó yendo por las ramas”.
Según sabemos ahora, el trabajo gubernamental de Magnus duró más bien poco. A los seis meses de comenzada su tarea, una fuerte discusión con el Viceministro hizo que el funcionario criticara sus presupuestos teóricos. “El Licenciado Norman” –escribió el Viceministro en una carta a su superior- dice que el hombre en estado de naturaleza es bueno y que la sociedad lo pervierte, afirma que el capitalismo terminará y llegará el momento de la dictadura del proletariado y jura que veinte resmas de papel oficio y cincuenta lapiceras cuestan quince mil pesos. De ninguna manera aceptaré estos presupuestos”.
Evidentemente, la tarea de Magnus en el ministerio terminó de manera escandalosa. Esperamos ansiosos nuevos hallazgos en torno a su excelsa figura.