sábado, 30 de julio de 2005

Poliladron

Todos conocen el juego del policía y el ladrón en su variante con naipes donde el as de espadas es el detective y el de basto, el criminal. El resto, puras sotas, permanecen en la espera para ser victimizados.
Imaginemos un poliladron sin policía ni ladrón: es un juego que se proyecta al infinito. Los participantes inician la partida, se miran con desconfianza y escrutinio fingiendo poseer mayores credenciales que las de su diez de oro o copa. La cuestión se extiende por largas horas, al punto tal que no termina nunca.

Y así viven los jugadores por toda la eternidad: desconfiando del otro, esperando emociones que no llegarán nunca y temiendo asesinatos que nadie cometerá ni investigará. Salvo, claro, que alguien crea percibir un guiño y declare -con falaz solemnidad- un misterioso "muerto estoy".

viernes, 29 de julio de 2005

Piquito

Los pibes de la primaria, en sus bailes, en vez de cantar "piquito, piquito, piquito" cuando se insinúa una pareja, ahora gritan "piquete, piquete, piquete"; entonces los aludidos agarran una goma, la queman, cortan la calle y se abstienen de trabajar total viven de un plan trabajar y del clientelismo peronista los negros de mierda, la puta que los parió, hay que matarlos a todos.

La proliferación de teléfonos celulares I

La proliferación de teléfonos celulares ha hecho que uno no llame más a un lugar sino a una persona. La comunicación, de esta forma, si bien se hipertecnologiza y recibe nuevas cucharadas de deshumanizante, en cierta forma se desmediatiza: pensemos en las implicancias de llamar al pizzero y no a la pizzería, al policía y no a la comisaría, y así.

jueves, 21 de julio de 2005

miércoles, 20 de julio de 2005

Nuez de Adán

Kevin Johansen y Viggo Mortensen o las nuevas formas de ser argentino

Viggo nació en Nueva York, hijo de padre danés y madre estadounidense.
Kevin nació en Alaska, hijo de padre estadounidense y madre argentina.

Viggo es fanático de San Lorenzo. Kevin es igual al Piojo López.
Los dos hablan con un tono de voz más bien relajado.

Si después de los Beatles no tiene sentido seguir suscribiendo a las nacionalidades, saludamos a los señores Johansen y Mortensen como dos de los argentinos más destacados y renombrados. ¡Salud!

Flash informativo II


Con la colaboración de Luis "Barbarie" Cacofleto, de Monte Grande.

Flash informativo I

martes, 19 de julio de 2005

Director técnico

Los músicos II

System of a Down

La noticia nos llega desde Minnesota: Acusan a la banda System of a Down de burlarse del protagonista de la serie "Corky, la fuerza del Cariño". El club de fans del actor Chris Burke denunció al grupo de Serj Tankian de "mofarse" y "tomar para la chicota" el estado del protagonista de una de las series de televisión más emblemáticas de finales de los años ochenta. "Es una payasada", respondió Tankian a las acusaciones. "La foto por la cual dicen que nos burlamos de Chris apareció en nuestra página de Internet por error; no sabemos quién la hizo, pero sí sabemos qué vamos a hacer: absolutamente nada". La ofensiva imagen, mientras tanto, puede bajarse desde el sitio oficial de la banda.
En la Argentina, mientras tanto, los responsables de la confitería de la escuela de fútbol que dirige Carlos Javier Mac Allister han decidido como forma de repudio sacar los discos de System of a Down de su rockola.

jueves, 7 de julio de 2005

Jaque mate


Ganan las blancas en dos jugadas, pero son todas las piezas las que se las ven negras: el chiste es fácil, remanido, fantástico.

Las aventuras del preceptor III

- ¿Sabe algo de medicina?
- Sí [el preceptor miente; o no. En todo caso, miente diciendo la verdad].
- Bien. Me duele acá [el alumno de tercer año se señala las dos piernas; más precisamente, el costado de cada una, entre la canilla y los gemelos].
- ¿Se golpeó?
- No. Mi mamá dice que es por la alimentación. Como mucha azúcar, debe ser por eso.

- ¿Cuánta azucar come?
- Le pongo dieciocho cucharaditas al café, le pongo.

- ¡Ah, caramba! [la sorpresa del preceptor es genuina, pues verídico había juzgado el comentario del alumno].
- Sí. Y tanto me duelen las piernas que tuve que dejar de hacer boxeo.
- Qué pena... es importante el boxeo. Imagínese que a su amada [el alumno de tercer año se refería a su novia -de segundo año- en esos términos, y lo hacía con muchísima más gracia que romanticismo] un maleante la increpa en la calle [las elecciones léxicas del preceptor no son casuales; siempre procura cierta destreza palabreril]: es bueno hacer boxeo para poder defenderla... [los puntos suspensivos buscan connotar lo chascarrillesco del comentario, característica que quedó clara en la oralidad].
- Usted lo dice porque no conoce a mi amada fuera del colegio...
- Es una hiena [acota un compañero del alumno].
- Si a mi amada la increpa un maleante, dejo que la increpen. Bien merecido se lo tendrá, en todo caso. Usted no sabe cómo se viste... [los puntos suspensivos buscan connotar: lo chascarrilesco del comentario, las risas que le sucedieron, lo que esconde de verdadero la ironía, de cierto la caricatura, de incierto el temor al desengaño].

martes, 5 de julio de 2005

Coco con Mostaza


Una charla entre ellos sería interesante, insólita, inédita, inaudible.Son dos mentes autorizadas para hablar de fútbol, llenas de saber y filosofía: sus voces, en efecto, parecen provenir de la platónica caverna. Los conceptos que arrojan son claros y precisos, sus arengas movilizan y sus banderas flamean con el viento gritado de la motivación. Eso sí: ahora, de tanto en tanto, por el frío, carraspean.

Un sánguche de milanesa (con tomate)

1990. La primera vez que me tocó almorzar en el colegio primario cometí un error. Más que un error fue un precipitamiento.
Para el primer recreo -el largo, el único de la mañana- muy convencido llevé al patio la comida que había destinado mi madre para el almuerzo. Mi razonamiento seguramente fue bastante claro: "¡el timbre! ¡una pausa! Debe ser la hora de comer".
Sin embargo, al observar a mis compañeros entablar lazos con alfajores y galletitas, deduje que era mejor postergar mi unión con el sánguche de milanesa (con tomate).

2005. Ahora comprendo la naturaleza de mi error. No todas las pausas son para lo mismo, no todas las mesas admiten los mismos comensales. La experiencia consiste en saber manejar los tiempos, en aprender a distinguir los banquetes de los tentempiés, en apurar la amargura del ayuno.
Y sin embargo, quince años después, de tanto en tanto, casi siempre, no pasa diez de la mañana sin que me ataquen las ganas de comer un sánguche de milanesa (con tomate), ignorando la tiranía del momento y asignando nobleza al refrigerio.