He notado con mi usual pero justificada indignación la proliferación al final de cada propaganda radial de aclaraciones hechas por los locutores a velocidades rapidísimas, cercanas a la de la luz.
Este fraserío inentendible -que viene siempre a restringir las ventajas que pregona la publicidad que lo antecede- vendría a funcionar como el equivalente oral de la letra chica de contratos y anuncios en diarios y revistas.
Dirán los optimistas o algún que otro gurú de las tendencias que siempre es preferible incluir esa supersónica aclaración al final de cada propaganda antes que mantener al oyente/ consumidor ajeno a las restricciones que operan en cada caso.
La Asociación de Locutores, en efecto, se ha manifestado también a favor de esta nueva modalidad de habla rapidísima, al tiempo que en los exámenes de ingreso a las Academias de Voces Radiales se han incluido pruebas que evalúan la destreza de los aspirantes en esta particular forma de (in)comunicación.
Las Sociedades Protectoras de Consumidores observan en la proliferación de estas ligeras aclaraciones un triunfo en su lucha por los derechos de los que compran.
Y sin embargo, debemos decir algo: las aclaraciones dichas por los locutores al final de cada propaganda son una porquería, un insulto al buen gusto y una jactancia de los publicistas. No se comprenden, afrentan el oído y limpian la conciencia de los que pretenden vendernos cualquier cosa.
Este fraserío inentendible -que viene siempre a restringir las ventajas que pregona la publicidad que lo antecede- vendría a funcionar como el equivalente oral de la letra chica de contratos y anuncios en diarios y revistas.
Dirán los optimistas o algún que otro gurú de las tendencias que siempre es preferible incluir esa supersónica aclaración al final de cada propaganda antes que mantener al oyente/ consumidor ajeno a las restricciones que operan en cada caso.
La Asociación de Locutores, en efecto, se ha manifestado también a favor de esta nueva modalidad de habla rapidísima, al tiempo que en los exámenes de ingreso a las Academias de Voces Radiales se han incluido pruebas que evalúan la destreza de los aspirantes en esta particular forma de (in)comunicación.
Las Sociedades Protectoras de Consumidores observan en la proliferación de estas ligeras aclaraciones un triunfo en su lucha por los derechos de los que compran.
Y sin embargo, debemos decir algo: las aclaraciones dichas por los locutores al final de cada propaganda son una porquería, un insulto al buen gusto y una jactancia de los publicistas. No se comprenden, afrentan el oído y limpian la conciencia de los que pretenden vendernos cualquier cosa.
Solicitamos, pues, que se abandone esta práctica tan detestable –propia de algo ya de por sí particularmente nocivo como lo es la publicidad radial- y se procure realizar avisos más claros, menos pretenciosos y, fundamentalmente, apenas un poquito saludables.
1 comentario:
Teniendo en cuenta que las aclaraciones finales son grabadas en forma normal y aceleradas en la reproducción, sería bueno invertir el orden, total los anuncios son una porquería y lo importante está en las aclaraciones sobre los puntos con los que te pueden currar.
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