Indignarse porque los premios Clarín galardonan a los programas del grupo Clarín es un lugar común; este detalle arbóreo no nos debe ocultar el bosque de implicancias que resuenan estruendosamente, a saber:
- El grupo Clarín busca ejercer una presencia constante y hegemónica en la vida de las personas. El diario seduce por la mañana, agarra a la gente desprevenida, medio dormida, semi desnuda y les imparte su implacable ideología.
- El grupo Clarín expande su presencia en la vida cotidiana: realiza, por caso, torneos de Truco en los cuales absorbe juegos populares y legisla sobre ellos. Si el torneo de Truco de Clarín no acepta la flor, la flor quedará cada vez más deslegitimizada.
- El grupo Clarín también deslegitima las voces de los demás periodistas: los premios Olimpia, por caso, entregados por el Círculo de Periodistas Deportivos, son tratados tangencialmente por el Gran Diario, mientras que los premios Clarín al Deporte son anunciados con bombos y platillos. Lo mismo, se intuirá, ocurre con los premios Clarín al espectáculo y los cada vez más desprestigiados Martín Fierro entregados por APTRA (agrupación que será lo que quieran que sea, pero jamás será el honorable Clarín).
- El grupo Clarín le da importancia a la cultura, publica su flamante suplemento cultural, dice qué está dentro de la agenda cultural y qué no y auspicia nefastas pomposas ceremonias como el Congreso de la Lengua de la Real Academia Española, por ejemplo, que oficia de puño rector para la práctica más libertaria de todas: el lenguaje.
- El grupo Clarín, señaláronme, inauguró una editorial que publica libros de texto para la escuela primaria: desde la primera infancia la voz (única) del diario dice qué hay que aprender y cómo se lo debe hace. Para colmo, Clarín invade el espacio de la cotidaneidad infantil con publicaciones como "Genios", que clausura la dialéctica "Billiken"- "Anteojito" tan importante para la formación de nuestras clases ilustradas...
- El grupo Clarín se define como multimedios usufructuando radios, canales de televisión (abierta y por cable), portales de Internet y empresas proveedoras de servicios. El grupo Clarín se desenvuelve oficialista, decoroso y progresista.
- Las voces disidentes al grupo Clarín abandonan el populismo letrado del Gran Diario y visten un sectarismo academicista o clasista tanto o más reprochable o repulsivo: La Nación y Página/12 parecen ser obras de incomprendidos autores de Europa del este que no pueden ni quieren frenar el éxito editorial de El código Da Vinci.
- Los premios Clarín al espectáculo -reformulación de los Nueve de Oro que entregaba Alejandro Romay- no deben ofender a nadie. Antes debemos darnos cuenta de que ningún premio legitima lo ya legitimado, de que más bien sirven como cháchara entre macanudos y ostentación entre magnates mendigantes. Pero, claro está, eso sí: los premios traen anunciantes, los anunciantes, dinero, el dinero, la comida (la importancia de los anunciantes: ¿Norma Aleandro y Magdalena Ruiz Guiñazú habrán vendido su imagen a empresas de alarmas y tarjetas de crédito respectivamente porque les faltaba el dinero, porque querían hacer una fundación para ayudar a los pobres, porque querían que no hubiera más pobres...?).
- Duschamp firmó un mingitorio para acabar con la idea de obra de arte. Ese mismo mingitorio se exhibió en el Malba. El grupo Clarín galardonó a Les Luthiers como mejor espectáculo musical por una obra que satiriza, justamente, esas entregas de premios. Nuñez Cortés, en el momento de recibir la estatuilla, subió al escenario, se puso un par de anteojos, tomó de su elegante saco una hoja de papel y leyó su discurso: "gracias", dijo, y se bajó.
- La elegancia, la crítica en la caballerosidad, la grandeza en la sutileza, alientan. Los premios no siempre los reciben los miserables. Los buenos prácticamente tampoco, pero algo es algo.
- El grupo Clarín busca ejercer una presencia constante y hegemónica en la vida de las personas. El diario seduce por la mañana, agarra a la gente desprevenida, medio dormida, semi desnuda y les imparte su implacable ideología.
- El grupo Clarín expande su presencia en la vida cotidiana: realiza, por caso, torneos de Truco en los cuales absorbe juegos populares y legisla sobre ellos. Si el torneo de Truco de Clarín no acepta la flor, la flor quedará cada vez más deslegitimizada.
- El grupo Clarín también deslegitima las voces de los demás periodistas: los premios Olimpia, por caso, entregados por el Círculo de Periodistas Deportivos, son tratados tangencialmente por el Gran Diario, mientras que los premios Clarín al Deporte son anunciados con bombos y platillos. Lo mismo, se intuirá, ocurre con los premios Clarín al espectáculo y los cada vez más desprestigiados Martín Fierro entregados por APTRA (agrupación que será lo que quieran que sea, pero jamás será el honorable Clarín).
- El grupo Clarín le da importancia a la cultura, publica su flamante suplemento cultural, dice qué está dentro de la agenda cultural y qué no y auspicia nefastas pomposas ceremonias como el Congreso de la Lengua de la Real Academia Española, por ejemplo, que oficia de puño rector para la práctica más libertaria de todas: el lenguaje.
- El grupo Clarín, señaláronme, inauguró una editorial que publica libros de texto para la escuela primaria: desde la primera infancia la voz (única) del diario dice qué hay que aprender y cómo se lo debe hace. Para colmo, Clarín invade el espacio de la cotidaneidad infantil con publicaciones como "Genios", que clausura la dialéctica "Billiken"- "Anteojito" tan importante para la formación de nuestras clases ilustradas...
- El grupo Clarín se define como multimedios usufructuando radios, canales de televisión (abierta y por cable), portales de Internet y empresas proveedoras de servicios. El grupo Clarín se desenvuelve oficialista, decoroso y progresista.
- Las voces disidentes al grupo Clarín abandonan el populismo letrado del Gran Diario y visten un sectarismo academicista o clasista tanto o más reprochable o repulsivo: La Nación y Página/12 parecen ser obras de incomprendidos autores de Europa del este que no pueden ni quieren frenar el éxito editorial de El código Da Vinci.
- Los premios Clarín al espectáculo -reformulación de los Nueve de Oro que entregaba Alejandro Romay- no deben ofender a nadie. Antes debemos darnos cuenta de que ningún premio legitima lo ya legitimado, de que más bien sirven como cháchara entre macanudos y ostentación entre magnates mendigantes. Pero, claro está, eso sí: los premios traen anunciantes, los anunciantes, dinero, el dinero, la comida (la importancia de los anunciantes: ¿Norma Aleandro y Magdalena Ruiz Guiñazú habrán vendido su imagen a empresas de alarmas y tarjetas de crédito respectivamente porque les faltaba el dinero, porque querían hacer una fundación para ayudar a los pobres, porque querían que no hubiera más pobres...?).
- Duschamp firmó un mingitorio para acabar con la idea de obra de arte. Ese mismo mingitorio se exhibió en el Malba. El grupo Clarín galardonó a Les Luthiers como mejor espectáculo musical por una obra que satiriza, justamente, esas entregas de premios. Nuñez Cortés, en el momento de recibir la estatuilla, subió al escenario, se puso un par de anteojos, tomó de su elegante saco una hoja de papel y leyó su discurso: "gracias", dijo, y se bajó.
- La elegancia, la crítica en la caballerosidad, la grandeza en la sutileza, alientan. Los premios no siempre los reciben los miserables. Los buenos prácticamente tampoco, pero algo es algo.
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