martes, 21 de marzo de 2006

Las aventuras del preceptor IV

Alumnos de cuarto año debatían con cronológica pertinencia si “coger” es lo mismo que “hacer el amor”. Adentrados en la querella, deciden consultarles a los preceptores.
Sucesivamente se señalan algunas cuestiones interesantes: en un mismo momento, en un mismo lugar, uno de los participantes del acto sexual puede estar “cogiendo” y el otro “haciendo el amor”; la diferencia entre ambas formas, además de sentimental, es retórica y lingüística, toda vez que el acto al que refieren es el mismo, eufemismos aparte; la completa sinonimia entre dos palabras es imposible, de ahí la noción de valor lingüístico proferida por Saussure: un signo es lo que todos los demás componentes del sistema de signos que expresan ideas –la lengua- no son.
De todas maneras, los alumnos seguían difiriendo sus pareceres entre los que esgrimían las sutilezas de “coger” o “hacer el amor” y entre los que pregonaban su alusión al mismo acto. Entonces fueron invitados a realizar la siguiente experiencia.
Debían escribir en un papel -de manera individual y secreta- cómo se llamaba un objeto que se encontraba en la oficina de los preceptores (se trataba de un radiograbador JVC con doble casettera y compact disc). Rápidamente los jóvenes cumplieron con la consigna. A continuación, los preceptores formularon los resultados:
"Estamos todos de acuerdo en que este objeto aquí presente [señalaron el radiograbador JVC con doble casettera y compact disc] es un objeto de la realidad, que existe y es. Por lo tanto, si les pedimos que lo nombren todos deberían haber colocado la misma palabra. Sin embargo, esto fue lo que escribieron [leyeron los papapeles entregados por los alumnos]: radio, grabador, aparato musical de la preseptoría (sic), equipo de música, grabador, radiograbador. ¿Cómo es que pasó esto? ¿Acaso no se estaban refiriendo todos al mismo objeto de la realidad?"
El timbre debía ser tocado; de no haber sido así, los preceptores habrían podido concluir que por más que las cosas existan antes de nombrarlas, la realidad se constituye en el lenguaje. La determinación no es afectiva ni carnal sino lingüística: "hacer el amor” y “coger” refieren –en efecto- al mismo acto, pero no son lo mismo. La realidad se constituye en el lenguaje, sí, y el lenguaje se constituye en el uso que se hace del lenguaje, que se hace.

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